La comunicación educativa, pues, ha de tener ciertas características tales como:
a) Postura abierta en el emisor y receptor para lograr un clima de mutuo entendimiento.
b) Bidireccionalidad del proceso, para que el flujo de los mensajes pueda circular en ambos sentidos, si bien mayoritariamente lo haga de educador a educando.
c) Interacción en el proceso, que suponga la posibilidad de modificación de los mensajes e intenciones según la dinámica establecida.
d) Moralidad en la tarea, para rechazar tentaciones de manipulación.
La teoría de la comunicación constituye –junto con la teoría de sistemas y las teorías del aprendizaje- uno de los pilares fundamentales de la actual concepción de la tecnología de la educación. El esquema: Emisor-Mensaje-Receptor, puede resumir el conjunto de elementos que intervienen en el proceso, con la única salvedad que en educación se contempla la simetría en la orientación del proceso para evitar la exclusiva unidireccionalidad. Aunque en el sistema escolar es el profesor quien ejerce mayormente las funciones de emisor, actualmente hay que considerar que la configuración personal se logra a través de múltiples fuentes personales e institucionales, con especial mención para los medios de comunicación de masas, cuya influencia es tan controvertida como evidente.
Hoy se insiste en un nuevo rol del profesor, asignándole la responsabilidad de actuar como mediador entre el educando y la compleja red informativa que sobre él confluye.
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